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Entrevista a Diego Poblete, nuevo Director Ejecutivo de Fundación Juventud Emprendedora: “La educación es la forma de romper las barreras del sistema de desigualdad”

Entrevista
Equipo FJE

El recién integrado Diego Poblete, Director Ejecutivo de la Fundación Juventud Emprendedora, explica cómo la organización entiende el acompañamiento en la trayectoria de vida a niños, niñas, adolescentes y jóvenes pertenecientes a comunidades locales e indígenas del norte del país, y cómo este apoyo transversal es diseñado junto a las y los líderes de cada comunidad, que varía según cada sistema de creencias y valores culturales. Además, cuenta qué planea la Fundación en el corto y mediano plazo y cómo ha evaluado estos primeros meses de su integración al equipo de trabajo.

En 2021 la Fundación Juventud Emprendedora (FJE) cumplirá 20 años de trayectoria, desde que se aprobara su conformación como organización legal con personalidad jurídica propia. Sin embargo, su historia data de 1997, cuando su fundador Luis Veloso obtiene la franquicia de “Junior Achievement”, programa de educación económica y emprendimiento desarrollado por las Universidades de Harvard y Princeton desde 1920, movido por la convicción personal de que las competencias asociadas al emprendimiento son claves para una vida exitosa y entregando éstas a la juventud estaría aportando en un mejor desarrollo para ellas y ellos y para la sociedad, específicamente en la I Región de Tarapacá, lugar donde se localizaba en aquellos años. Veloso desarrolló un proyecto con estas características al que llamó “Juventud Emprendedora” y se asoció con la Universidad Arturo Prat para ejecutarlo en la ciudad de Iquique.

Con este acuerdo y la franquicia antes mencionada, se comenzó el trabajo con 250 niñas y niños. Luego del éxito del primer año, el número de participantes en 1998 creció a más de 1.350 jóvenes, para posteriormente llegar a 3 mil en los años venideros. En 2001 se da término a la asociación con la Universidad –de común acuerdo- para fundarse la organización como la conocemos hasta hoy, extendiendo su trabajo a otras ciudades del norte del país, especialmente Antofagasta y Calama.

Tras más de 20 años de trayectoria exitosa, hoy Fundación Juventud Emprendedora recibe como nuevo Director Ejecutivo a Diego Poblete, un joven profesional de 31 años, con compromiso social profundo y con convicciones claras respecto del rol de la educación como catalizador de la promoción social.

Gracias a su formación académica como Cientista Político, su doble Magister en Gestión de la Sostenibilidad y Filosofía Política y Ética Contemporánea, sus experiencias profesionales previas como Consultor en Políticas de Diversidad para diferentes entidades públicas y privadas, y su desempeño de casi tres años como Director Ejecutivo de la Fundación Todo Mejora, entre otras, Diego tiene el potente convencimiento de que la exclusión y la polivictimización que sufren algunos NNAJ de las comunidades más vulnerables del país, interfieren directamente en las posibilidades de movilidad social y disminución de las desigualdades que la educación pueda otorgar, por lo que son factores que no se deben olvidar a la hora de diseñar y ejecutar proyectos que la posean como eje principal.

Diego, ¿Qué lo motivó a tomar este desafío?

Siempre he estado ligado a temas de gestión e impacto social en comunidades, principalmente con foco en la diversidad e inclusión como preocupaciones relevantes del Chile actual.

Previo a asumir como Director Ejecutivo de FJE, me desempeñé como Encargado de Diversidad e Inclusión en la Municipalidad de Maipú donde viví desde lo local el “estallido social” en la segunda comuna más grande del país. Ahí conocí la mirada de cientos de personas que añoraban la transformación de nuestro país en un Chile más justo, transparente, diverso, sustentable y donde niños, niñas y adolescentes tengan un futuro con mayor bienestar. En ese momento definí que mi camino profesional de los próximos años debía estar ligado a la sociedad civil y donde mi labor permitiera fortalecer los procesos organizacionales, de gestión e impacto social en un modelo de colaboración entre estado, sociedad civil y empresa privada. Eso es justamente lo que representa FJE para mí, ya que permite que dicha asociación genere impactos significativos al interior de las localidades en dónde trabajamos.

-¿En qué sentido siente que sus experiencias anteriores colaborarán con la misión de FJE?

Pienso que las experiencias personales y profesionales que he tenido hasta ahora se ajustan en un 100% al proceso que FJE inició este 2020. Desde la definición del Directorio de comenzar una reestructuración estratégica de la Fundación, se buscaba un Director Ejecutivo joven, que tuviera experiencia en procesos psico-socio-educativos con comunidades y cuya narrativa y experiencia de vida propia fuera la de la superación de la línea de la pobreza, mediante apoyos fuera del sistema. Creo en que las expectativas de éxito de un niño o una niña no deben depender totalmente del sistema tradicional, por lo que me parece que un trabajo colaborativo entre todos los actores de la sociedad, entre los que se encuentran el mundo público y el privado, genera mayores consecuencias positivas en cualquier tarea, especialmente cuando se trata del futuro de las niñas, niños y jóvenes de nuestro país.

Además, mi experiencia de casi 3 años como Director Ejecutivo de Todo Mejora, me permitió conocer muy de cerca la diversidad en la infancia y los actuales problemas que ésta enfrenta, tales como el bullying, el suicidio y la polivictimización sufrida a causa del origen, raza, situación socioeconómica, de discapacidad, entre muchas otras. Sin duda, el liderar una organización como Todo Mejora desde el 2017 y que ésta lograra posicionarse como una organización líder en materia de suicidio y bullying infantojuvenil, me permite observar todo el potencial crecimiento en impacto que tiene una fundación como Juventud Emprendedora.

Por ello considero que la nueva pregunta que nos haremos desde la Fundación es cómo incluir estas variables y barreras del sistema a la hora de implementar nuestros programas y proyectos, cada vez que los diseñamos en conjunto con una comunidad local, ya que también es importante comprender teóricamente cómo éstas se enfrentan a este tipo de desafíos.

-¿Y cómo sería el modelo de FJE, pensando en la disminución de dichas barreras sistémicas que sufren los jóvenes de las comunidades indígenas y locales donde la fundación trabaja?

Nuestros proyectos se diseñan y ejecutan con una línea psico-socio-educativa. En FJE creemos que la educación rompe las barreras de la desigualdad. Si bien en los inicios de la fundación se trabajaba desde una perspectiva del “reforzamiento escolar” –ya que el contexto lo ameritaba- actualmente y desde hace unos años, trabajamos con un modelo de acompañamiento a cada niño o niña beneficiaria de nuestros programas, el cual se enfoca en comprender desde dónde vienen las dificultades de aprendizaje que pueda presentar. Es decir, se evalúan todas las variables psicosociales que puedan estar afectando el proceso educativo de cada niño o niña.

Este acompañamiento se realiza transversalmente en toda su trayectoria educativa, con el fin de cada quien identifique de mejor manera su propio bienestar integral presente y futuro, el cual no necesariamente va de la mano del sistema escolar tradicional. Nos interesa la autonomía progresiva de cada niño, niña y adolescente que forma parte de nuestros programas, es decir, nos preocupamos de su libertad para decidir junto a su familia y bajo sus propias creencias y valores, quién quiere ser en el futuro.

-¿Cómo es el proceso de selección de sus beneficiarios?

Esto es súper relevante porque el proceso se hace en conjunto con la comunidad de cada niño, niña o adolescente. Son los mismos dirigentes de las comunidades locales y los padres quienes establecen los criterios de selección de quienes participarán de los programas, así como también los lineamientos que serán guías en el proceso, según las necesidades y expectativas de cada una de ellas. Que los participantes sean exitosos en sus procesos individuales, cualquiera que éstos sean, es visto por la comunidad como un beneficio común a todos los habitantes de la localidad. Por ejemplo, hay niños a los que les va muy bien en el colegio y hay otros que no tanto, y lo que hace la Fundación es acompañar el proceso de ambos niños, apoyando su propia trayectoria, para que luego, cuando terminen su proceso escolar, puedan devolverle la mano a la comunidad, a través de una profesión u oficio, o aquello que la misma comunidad les brindó: apoyo.

Queremos que sean las propias comunidades quienes piensen sus posibilidades, más allá de los límites actuales, ya que éstos hasta ahora han sido dados por el factor “presencial” de los programas que hemos ejecutado. Si esa barrera se “repiensa”, podemos llegar a lugares tan lejanos como Finlandia ¿podemos soñar a un niño estudiando allá? A través de la hiperconectividad existente hoy, en pleno 2020, creemos que eso puede dejar de ser un sueño. Para ello estamos en proceso de incorporar nuevas metodologías de tecnología e innovación en los modelos que actualmente ejecuta la fundación.

-A su juicio, ¿Cuáles han sido los mayores aportes de la Fundación en sus años de funcionamiento?

Yo creo que el principal valor de la Fundación es el reconocimiento de los liderazgos que existen entre los niños, niñas y adolescentes en las comunidades donde ha trabajado. Liderazgos positivos que tienen una trayectoria de vida capaz de superar las barreras sistémicas que la desigualdad de origen les pudo haber dado.

Demás está decir que otra de sus fortalezas es su trayectoria, que corresponde a 20 años de experiencia trabajando con comunidades locales del norte, promoviendo siempre el trabajo asociativo entre el mundo privado, público y local. Los desafíos son seguirse abriendo a nuevas formas colaborativas e innovadoras de participación, con el fin de expandir nuestros programas a nuevos beneficiarios, así como incorporar nuevos modelos que cumplan con nuestra misión en las comunidades del país.

-¿Cuáles son los desafíos más grandes que vislumbras en el corto y largo plazo con respecto a tu labor en la fundación?

Los desafíos son varios. En el corto plazo es poder visibilizar las narrativas de cada niño, niña, adolescente y joven que ha pasado por nuestros programas, comprender cómo la fundación a impactado en sus vidas, permitiendo bajar las barreras de desigualdad y exclusión de origen.

Por otro lado, nos encontramos en proceso de fortalecer nuestros programas de emprendimiento, los que de alguna forma son el corazón de la Fundación. Creemos que a través de éstos podemos mejorar no sólo la vida de niños, niñas y adolescentes; sino que también la de sus familias. El desafío en este tema es innovar, actualizar y adecuar algunos rubros que han estado presente por décadas en nuestra cultura, y lograr que a través de estas mejoras la familia encuentre su propio financiamiento, escalable y sostenible en el tiempo.

Otro importante desafío de la organización es el financiamiento propio. Creo que el mayor potencial en este sentido está en abrirse a nuevas formas de conseguir apoyos. Pienso en fondos internacionales para proyectos de mayor envergadura y fondos nacionales para problemáticas más específicas de las localidades. Para innovación y desarrollo, la comunidad internacional está dispuesta a ayudar, sobre todo en aquellas comunidades locales afectadas por inequidades en los accesos, vulneración de los DDHH y desafíos importantes para cumplir las metas globales propuestas por los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030 de ONU.

– ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención en estos meses de trabajo o qué destacarías del trabajo de la Fundación?

Lo que más destaco es el compromiso de los profesionales del equipo de trabajo en zonas remotas. Me parece sumamente valorable la labor que realizan, y por lo mismo, creo fundamental el compromiso mutuo desde las organizaciones hacia sus equipos de trabajo.

Parte de mis desafíos personales trabajando en esta Fundación es no sólo cumplir todas las metas estratégicas que nos propongamos como equipo, sino que también ser un lugar de trabajo comprometido con el desarrollo personal y profesional de nuestros trabajadores y trabajadoras.

Me interesa incorporar procesos de gestión de personas, que, desde la evaluación de desempeño, el feedback bidireccional permanente y la promoción de instancias participativas, generen un alto índice de compromiso no sólo social, sino que también dentro de la propia organización. En el corto plazo, ser una oferta atractiva de empleador, tanto para las y los profesionales que ya son parte de la Fundación, como para nuevos talentos que acompañen la incorporación de la innovación como proceso fundamental de nuestro quehacer. Me agrada pensar que es un sello personal que incorporo en todos los proyectos que he liderado.

-¿Cómo ves el futuro de la fundación bajo tu liderazgo y el de tu equipo de aquí a un año? ¿Qué sueñas para Fundación Juventud Emprendedora?

Mi sueño para el 2021 de la Fundación es haber construido, en conjunto con todo el equipo de FJE, una estandarización de programas, es decir, revisar su metodología y aplicación en los territorios; así como también logras abrir nuevas fuentes de financiamiento, con el fin no sólo de crecer en las comunidades donde actualmente trabajamos, que hoy se asientan en la Segunda Región, sino que también poder expandirnos a otras dos regiones del país.

Creo que estos dos macro objetivos son posibles de concretar dentro de un año, mientras que cimentamos las bases para las metas de los siguientes años, tales como un mayor posicionamiento de marca de la Fundación.

Mi desafío completo dentro de esta organización es de cuatro años, en donde mi meta es acelerar su crecimiento a partir de la innovación, nuevas metodologías y el compromiso social y profesional de nuestro equipo de trabajo, concretando así que su modelo de funcionamiento sea actual y sostenible, tanto en lo social como lo económico.

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